Mari y Rocío, las caras visibles de la oficina

Mari y Rocío recuerdan cuando en la oficina se hizo un baño para mujeres.

Apuntan que “En 2003, cuando entró la primera vocal en la Junta, se hizo un baño para mujeres en la oficina”.

Mari y Rocío llevan 33 y 19 años trabajando en la oficina del Polígono y esperan poder ver la nueva sede construida
para poder ampliar “servicios” y que comuneros y empleados “interactúen” más.

Si alguien llama al teléfono 981 29 42 16 o entra por la puerta de la sede de Pocomaco, justo después de la rotonda de entrada desde O Birloque, Someso y Mesoiro, las personas que le atenderán serán Mari y Rocío. Dos mujeres al frente de la oficina desde donde se gestiona todo el Polígono, con lo que ello conlleva. Son ellas, por ser sus caras visibles, las
que estrenaron nueva sección en la revista de la Entidad en la que se destaca la labor de las mujeres en Pocomaco.

Casualmente, las dos empezaron a trabajar en el polígono con 24 años, pero los 14 años de diferencia entre una y otra fecha influyen en las impresiones que tuvieron ambas al llegar.

Mari cubría las vacaciones del cartero en Mesoiro y Feáns y empezó también con un contrato temporal en Pocomaco, en la que era la sede original del polígono, ubicada donde hoy se asientan algunos de los pilares de la Tercera Ronda.

“Llegué el 1 de junio de 1989 y era la única mujer”, rememora. Conocía el parque empresarial porque su padre había sido guardia de seguridad y los primeros tres años fue renovando contratos hasta que la hicieron indefinida. “El primer ordenador
que vi en mi vida fue aquí”, señala. La tecnología ha cambiado mucho desde entonces, asume, mencionando el uso de telex o la báscula a mano para los camiones.

“En aquel momento había mucho movimiento en la sede porque tenían que venir a pesarlos, aunque había menos naves y parcelas sin construir”, comenta. El acceso también era muy distinto: no existía la glorieta de entrada y solo había una manera de llegar, por O Birloque.

Rocío llegó el 19 de junio de 2003 a través de un currículum que dejó tras estudiar un ciclo superior de FP. “Llegué de casualidad”, confiesa. Poco sabía de Pocomaco por aquel entonces y al hacer el turno de tarde en la oficina tardó en tener “responsabilidades”.

Después, ya comenzó a vivir las mañanas en la sede y a estar al día de todo lo que sucedía en el polígono. En aquel momento, explica Rocío, la ocupación de parcelas ya era casi total y recuerda cómo había mucho tráfico y “embotellamientos” continuos.

Las dos echan de menos aquella primera sede y suspiran porque se pueda construir la nueva ofi cina, que acabe con la provisionalidad de la actual tras muchos años trabajando en ella.

“Era antigua y no tenía aislamiento, pero era más amplia”, comenta Mari, que espera que cuando haya nuevo edificio pueda haber más movimiento de comuneros y empleados y así poder “interactuar más”.

“Necesitamos una nueva sede porque aquí no podemos crecer ni ofrecer todo lo que queremos”, reflexiona Rocío. Pese
a las estrecheces de la oficina actual, ambas realizan todas las gestiones de la comunidad y la asociación y todas las incidencias que existen. “No siempre podemos solucionarlo todo, pero está bien que nos planteen los problemas para intentarlo. Muchas veces no nos llega la información”, plantea Rocío, que pide a los comuneros y empresas que tengan en cuenta que el registro y la comunicación con ellas es fundamental para que todo funcione al 100%.

Como mujeres, ambas han visto la evolución en el número de empresarias o directivas en los últimos años. “Aún hay que avanzar mucho, en general”, apunta Rocío. Mari recuerda que, al ser la única en la ofi cina cuando llegó, había un solo baño. “Era mixto, pero en 2003, cuando entró la primera vocal en la Junta, se hizo un baño para mujeres”, recuerda con una sonrisa.

Aquella pionera en el órgano de gestión de Pocomaco venía de fuera, hace memoria Mari, y tenía “una mentalidad muy abierta”, pero después ya llegaron otras. Hasta tener, hace pocos meses, la primera presidenta. Mari asegura que no tiene constancia de que la trataran distinta por ser mujer cuando entró a trabajar en el polígono hace más de 30 años.

También defiende el “buen trato” que recibe siempre Rocío, aunque ella sí que nota que, en términos generales, “no te contemplan igual para darte responsabilidades”.

Además de conseguir que las mujeres alcancen mismas cotas que los hombres, las dos responsables de la oficina también hablan del futuro del Polígono. Rocío cree que recepción por parte del Concello sería “positiva” y Mari habla de “modernización y actualización” como retos pendientes.

“El polígono está cada vez más dentro de la ciudad porque esta no tiene hacia donde crecer”, reflexiona, por lo que apuesta por contar con carril bici, zonas de descanso y cualquier otra medida que lo “humanice”.